Principios de Liberalismo Jurídico

I. Introducción. Democracia. Liberalismo. Republicanismo.

1. TÉRMINOS.
El significado de términos como realidad, verdad, justicia, causalidad, razón, igualdad, libertad, responsabilidad y otros similares, es tan variado y “se prestan a tantas posibilidades que hay pocas interpretaciones que no les convenga” (I, Berlin, 1974, p.136) ,con ellos se han elaborado las más cuidadosas estructuras intelectuales que se conoce y probablemente no hay hombre que de ellos no tenga un concepto, al menos eso pensaba Descartes del concepto de razón, cuya posesión reivindican para si todos los hombres y todos aseguran tenerla en sí mismos íntegramente, como lo dice en el “Discurso” . Además no podemos prescindir de los conceptos que esos términos mencionan. Porque… ¿Cómo podría hombre alguno desprenderse, por ejemplo, del criterio de verdad al contrastar el suceder de las ocurrencias naturales o del criterio de justicia al juzgar los hechos y actos humanos?, ¿Podría el discurso tener un referente distinto a la realidad?, ¿aunque ella sea la de las ideas eternas platónica?, ¿Cuál otro término distinto a “razón” podríamos utilizar para expresar la creencia en que hay un orden que rige la ocurrencia de los sucesos que percibimos y los actos y hechos de los hombres, y la creencia, además, en que esa facultad a todos pertenece?, ¿Cuál vocablo distinto a “justicia” utilizaríamos para calificar los actos y hechos de los hombres que se ajustan al orden de lo humano e “injusticia” para los que lo contravienen?, y por eso, porque no podemos prescindir de esos términos y porque esa clase de conceptos son comprendidos por todos los hombres de diverso modo, -como no puede de otra manera-, solamente se puede hablar de esos conceptos coherentemente y utilizar comprensiblemente los términos del lenguaje que los mencionan, asignándoles el lugar que les corresponde como elementos de una estructura teórica, formando parte de un discurso u ocupando el lugar de una variable en alguna fórmula. Como dice Nietzsche, “Las palabras son solo símbolo de las relaciones recíprocas entre las cosas…”(F. Nietzsche, 1999, p.89) no las cosas mismas o sus relaciones, y sólo como símbolos han de utilizarse.
Dante desde la altura de su inalcanzable magnificencia y atrevimiento, con un pie en donde están los que son y el otro en el lugar donde están los que no son, medita sobre el lenguaje… “Solo al hombre le ha sido concedida la palabra…el espíritu humano impedido por la materialidad y opacidad del cuerpo mortal… no puede expresarse, lo cual hizo necesario que los hombres tuvieran a su disposición para comunicarse mutuamente sus ideas un signo racional y sensible a la vez… sensible en cuanto al sonido y racional en cuanto a su valor significativo convencional…y como además el hombre es un animal inestable sujeto a variaciones… las lenguas no pueden ser duraderas ni continuas sino que de la misma manera que todas las cosas humanas, como las costumbres y las modas, varían, así también las lenguas cambian necesariamente con las distancias de tiempo y lugar” (Dante 1965, pag748-749, 753) .

2. INTERROGANTES.-
H. Putnam en célebre conferencia pronunciada en la Universidad de Columbia en marzo de 1994en la que diserta sobre “La antinomia del realismo”, asegura que “sería absurdo dar un paso reaccionario e intentar creer lo mismo que creyeron los filósofos que vivieron hace doscientos o dos mil años…. Ellos vivieron en condiciones completamente diferentes a las nuestras y se enfrentaron a problemas completamente diferentes…, hacerlo sería ignorar las criticas correctas a posiciones abandonadas”,(Putnam, 1999, p,3) apoya su afirmación en una precedente aseveración de J. Dewey en el mismo sentido… ¿Sera cierto?, ¿Los problemas a cuya respuesta acudieron los hombres que vivieron hace doscientos o dos mil años respecto a lo que es realidad, verdad, justicia, lenguaje, el significado de los términos, o el orden del universo y lugar que en él nos corresponde, o que al individuo corresponde en la comunidad o colectividad, son diferentes a los nuestros?, ¿Hay críticas correctas a lo dicho precedentemente por los hombres de antes y posiciones definitivamente abandonadas?. ¿Se sabe lo que es realidad, verdad, justicia, lenguaje, el significado de los términos, el lugar del hombre en el universo? Sería sorprendente, porque, si así fuere, si se hubiere encontrado la respuesta correcta a una sola de esa interrogantes, solamente habría que dedicarse a conocer esas respuestas y como diría tal vez el irónico Sócrates : no sería entonces necesario a partir de allí pensar, debatir, investigar, proponer, deliberar, acordar… nada sobre ese asunto. Afortunadamente no es así. Los problemas que reclaman perentoria atención de los hombres siguen siendo los mismos y las respuestas siguen siendo dudosas, debatibles, equivocadas. El mismo Putnam nos libera del peligro de creerle, porque en esa conferencia encuentra que un error común, -dice- , que es “fuente de profundos rompecabezas filosóficos… y enredos” es suponer, por ejemplo, “que el término ‘realidad’ debe referirse a una única ‘supercosa’ en vez de referirse a las formas que de manera indefinida renegociamos (estamos ‘forzados’ a renegociar) nuestra noción de realidad en la medida en que se desarrolla nuestro lenguaje y nuestra vida” (H. Putnam. 1999, p.10), con lo cual nos licencia nuevamente para meditar sobre esos asuntos. Algo similar podría decirse de los términos “verdad”, “justicia”, “igualdad”, cuyas nociones hemos de renegociar modestamente “en la medida del desarrollo de nuestra vida, lenguaje”, que, desde luego son distintas a cualesquiera otras circunstancias que siempre son singulares y no tienen nada de universal o eterno.

3. LIBERALISMO Y DEMOCRACIA.-
En el negocio de los términos y los conceptos suele encontrarse diferencias entre las concepciones democráticas y las concepciones liberales, en cuanto en la acción política democrática prevalecerían los criterios de igualdad y en la acción política liberal serían prioritarios los criterios de libertad. Se sostiene que lo opuesto al liberalismo es el totalitarismo mientras que lo opuesto a la democracia es el autoritarismo. El totalitarismo sería lo opuesto al liberalismo porque la imposición del pensamiento único o la creencia unánime es incompatible con la vigencia de las libertades de creencia, pensamiento, expresión y deliberación que son condición previa a toda decisión o acción política, en un orden liberal, mientras que lo puesto a la democracia sería el autoritarismo porque la imposición de la razón última o la voluntad única es incompatible con los criterios de igualdad en que se sustenta la prevalencia de la voluntad de las mayorías en toda decisión u acción política en un sistema democrático. Aduce Hayex (2001, p 24) abundando en el propósito de hacer visibles esas diferencias que:“es posible… que un gobierno democrático sea totalitario y que un gobierno autoritario actúe sobre la base de principios liberales”. Lo primero ocurriría cuando en toda decisión y acción política se impone el poder ilimitado de una mayoría unánime que estima inútil la deliberación, instalándose la dictadura de las mayorías, y lo segundo cuando en toda decisión y acción política prevalecen los requerimientos que hacen posible la vigencia de las libertades de creencia, pensamiento, expresión, y acción individual en que se sustenta la razón última de los actos de autoridad, en desmedro de los criterios de igualdad que requiere la decisión y acción colectiva. Totalitarismo y autoritarismo son indeseables. Uno porque niega la libertad, el otro porque niega la igualdad. Cabría oponer al totalitarismo, -democrático o no-, la tolerancia respecto a la creencia y opinión ajena, que abre paso a la deliberación previa a toda decisión o acción política. Y al autoritarismo, -ilustrado o no-, cabría oponer la responsabilidad por las consecuencias de los actos asumidos aduciendo como fundamento la razón última, lo cual abre paso al diálogo previo a toda decisión o acción política. Tolerancia para poner freno al fanatismo. Responsabilidad para poner freno al voluntarismo. Es necesario hacer entender a unos –a los fanáticos- que pueden haber otras formas de vida, sostenerse otras creencias, perseguirse diversos fines, acoger otras motivaciones o actuar en pos objetivos distintos a los suyos. Hay que hacer entender a los otros – a los voluntaristas- que es necesario responder a las inquisiciones ajenas cuando los hechos afectan a otros, sustentar las motivaciones que los impulsa, fundamentar las decisiones que asumieron, explicar los actos que ejecutaron, examinar sus efectos, dar cuenta de los resultados que alcanzaron, y asumir sus consecuencias. Libertad e igualdad no son términos incompatibles y tampoco lo son orden liberal y sistema democrático, sino congruentes. Tales congruencias cobran sentido en el gobierno con sujeción a la ley libremente acordada en condiciones de igualdad, implicada en la organización republicana en la cuál tiene primacía la responsabilidad.

4. REPUBLICANISMO.-
El fundamento del republicanismo está en la responsabilidad que a todos cabe exigir por las consecuencias de los actos o hechos propios; es la consecuencia que lógicamente se sigue de la organización de un gobierno con sujeción a la ley; una ley que obra como premisa de todo razonamiento; que, además, expresa el acuerdo o convención alcanzada como resultado de un proceso de deliberación; deliberación que sólo es posible si se dan las condiciones objetivas que aseguran la libre expresión de la voluntad jurídica de cada cual; bajo el entendimiento que la razón jurídica, es decir, la capacidad de distinguir lo justo de lo injusto a todos pertenece, y sobre la creencia en que la racionalidad guía el discurrir de los actos y hechos humanos conforme al orden que rige la disposición de todas las cosas sacándolas del incomprensible caos.
El republicanismo supone la creencia en la igualdad en la capacidad racional de todos los hombres, bajo condiciones que aseguran la libre expresión de las voluntades, que por eso mismo reclama el ejercicio de determinaciones y acciones responsables. A partir de allí se afirma en la prevalencia del interés público sobre el privado en la medida en que el incremento y conservación de los recursos y bienes de uso común que son la mayoría y los más importantes para la subsistencia, a todos compromete. La comunidad de los hombres es precisamente la unidad que está dada por el uso común de bienes o recurso, y su extensión depende de la del bien o recurso cuyo uso es común; la comunidad universal de los hombres está definida por los recursos marítimos, atmosféricos o ambientales cuyo uso todos compartimos y cuya conservación a todos interesa; la comunidad citadina está definida por el uso común de calles, vías, plazas, servicios, etc. Las colectividades en cambio señalas las vinculaciones de los hombres respecto a fines que señalan la misma orientación, implican una ligazón voluntaria, deliberada, libre. Comunidad y colectividad son elementas constituyentes de la organización republicana en cuanto al uso racional de los bienes y recursos comunes, y la deliberación colectiva para la identificación de fines y la aplicación de recursos para su consecución.
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Berlin, Isaiah, “Libertad y necesidad en la historia”. Traducción Julio Bayon. Ediciones de la Revista de Occidente, Madrid 1974.

Descartes, Rene. “Discurso del Método. Meditaciones Metafísicas. Traducción: Manuel García Morente. Boreal. Madrid. 1998
Nietszche, F. “La filosofía en la época trágica de los griegos.” Traducción y prólogo de Luis Fernando Moreno Claros, Madrid. Valdemar 1999,
Dante Alighieri. “Obras Completas”. Sobre la Lengua Vulgar. Editorial Católica S.A.. Madrid 1980.
Putnam, Hilary. “La trenza de teres cabos”. Traducción y prologo José Francisco Alvarez. Siglo XXI de España editores. 1999.
Hayek, Friedrich. “Principios de un orden social liberal” Edición y prólogo de Paloma de la Nuez. Unión Editorial. 2001. Madrid.

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