Razon Jurídica

Ana María Elizabeth Manrique Zegarra

El vocablo “razón” proviene del latin “ratio”, equivalente al término “logos” griego, son sinónimo de la palabra orden del idioma español. Lo contrario al orden es el caos, el caos es lo irracional. Para Sócrates, como para todos los griegos, el “logos” es universal, está en las cosas, cada una de las cuales tiene su propio fin. El hombre es un ser racional en cuanto es capaz de conocer el orden en que ocurren los sucesos en el universo. El hombre es parte del universo y por ello participa de la razón universal, está insertado en ese orden. Aristóteles en la Física distingue en el orden universal cuatro causas, material, formal, eficiente y final, conocer para el Estagirita consiste en identificar las causas, esto es identificar su logos, que en última instancia es saber el orden a que se ajustan los sucesos, hechos u ocurrencias.

Si la razón científica es la capacidad de identificar las relaciones del orden al cual se ajustan los sucesos naturales y las conclusiones alcanzadas al respecto pueden ser calibradas de acuerdo a los criterios de verdad o falsedad, la razón jurídica es la capacidad de identificar las relaciones del orden a que se ajustan los actos y hechos humanos y las conclusiones alcanzadas sobre ellos, pasibles de ser evaluadas con arreglo a los valores de justicia o injusticia, pues como lo indicamos precedentemente, no interesa a la razón científica la justicia o injusticia de las conclusiones a que se llegue a partir de la observación de los eventos naturales, sino su verdad; y correlativamente no interesa calibrar la verdad o falsedad de las conclusiones a que conduzca la observación de los actos y hechos humanos, sino su justicia o injusticia.

Aunque a todos los hombres pertenece íntegramente la razón, -como diría Descartes en el Discurso -, lo cierto es que nadie está obligado a saber lo verdadero y distinguirlo de lo falso porque esa distinción depende de nuestro conocimiento del mundo que siempre es limitado, en cambio, todos los individuos de la especie humana estamos obligados a saber lo justo y distinguirlo de lo injusto, porque esa distinción depende del conocimiento de nosotros mismos.

La creencia en que los hombres no pueden dejar de saber qué es lo justo o injusto, nunca ha dejado de tener vigencia y es el supuesto en que se asienta el derecho penal punitivo, creencia además que es reafirmada por nuestros jueces, cada vez que pronuncian tremendas condenas que excluyen de la comunidad de los hombres justos, que son la mayoría, a los hombres injustos, aquellos que no saben distinguir lo justo de lo injusto. A despecho de lo que indican las normas del Código Penal que recogiendo como suyas “las garantías clásicas de la Ley Penal o principios de legalidad de la ley penal” –que no constituyen otra cosa que un tope a los afanes punitivos de los autócratas de cualquier tiempo- prescriben que: No hay delito ni pena sin ley. (Nullum crimen, nulla poena sine praevia lege), los penalmente condenados, no sufren la pena y es evidente que los jueces no las imponen porque los reos omitieron la cuidadosa lectura del código penal –la ley penal- que indica cuales son las conductas injustas punibles y la sanción conminada, sino porque, sabiendo que es lo justo o injusto, incurrieron en conductas injustas y punibles.

En el diálogo “Protágoras”, Platón relata una memorable conversación sostenida Socrates y el Sofista Protagoras, en casa del rico Calias, en torno a la justicia. Interesa el punto de vista de Protágoras, compartido por Sócrates. Protágoras afirma que “el hombre es la medida de todas las cosas, del ser de las que son y del no ser de las que no son” de acurdo con la fórmula mencionada en el diálogo Teeteto. El gran sofista, facilitar el entendimiento de su tesis sobre la justicia, acude a una metáfora y se vale de una referencia mítica: Hace el recuerdo de un estado anterior en el cual los hombres… “cuando se reunían, se atacaban unos a otros al no poseer la ciencia política; de modo que de nuevo se dispersaban y perecían. Zeus, entonces, temió que sucumbiera todas nuestra raza y envío a Hermes que trajera a los hombres el sentido moral y la justicia, para que hubiera orden en las ciudades y ligaduras acordes de amistad. Le preguntó, entonces, Hermes a Zeus de qué modo daría el sentido moral y la justicia… A todos dijo Zeus, y que todos sean partícipes.[del sentido moral y la justicia]. Pues no habría ciudades, si solo algunos de ellos participaran, como de los otros conocimientos… al que es incapaz de participar del honor y la justicia lo eliminen…”,

Aristóteles en La Política, tiene anotado: “… Y esto es lo propio del hombre frente a los demás animales: poseer él solo, el sentido del bien y del mal, de lo justo y de lo injusto, y de los demás valores, y la participación comunitaria… sin esa virtud [la justicia] es el ser más impío y feroz y el peor en su lascivia y ferocidad” (Aristóteles. Política 1253ª 12-16, p; 51-52).

Lima, 05/12/30

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