RACIONALISMO

El racionalismo es la expresión más elevada del sentimiento democrático. Sustenta la afirmación de que la razón, es decir la capacidad para distinguir lo verdadero de lo falso y lo justo de lo injusto, pertenece íntegramente a cada uno de los individuos del género humano . El racionalismo asume esa afirmación y las consecuencias de orden lógico que se derivan de esa fundamental igualdad entre los hombres. Esa es la única igualdad que cabe reivindicar, pues a partir de ella todo lo demás es diferencia y diversidad. En ello radica la libertad de hombres y colectividades. Solo a partir del entendimiento de esa única igualdad, encuentran cabal explicación las necesarias y obvias diferencias que nacen de la libertad y hacen la diversidad de los individuos y la identidad de cada uno de ellos precisamente por su diferencia respecto a los otros. Y, solo a partir del reconocimiento de que la capacidad de distinguir la verdadero y lo falso y lo justo de lo injusto pertenece íntegramente a cada uno de los individuos del género humano encuentran explicación las no menos obvias diferencias que el ejercicio de la libertad produce y arroja como resultado la diversidad de los sistemas de conocimientos y de las culturas, gracias a lo cual cada una de ellas adquiere identidad propia y distinta a las demás.
No cabe imaginar el error en el género de los humanos, en las civilizaciones, las culturas, los pueblos o las colectividades, pues en todos los casos, la escogencia de lo justo y verdadero, que en ejercicio de su libertad hacen, en aquello que les concierne, es efectivamente justo y verdadero. Sobre esas creencias –que no cabe pensar falsas o injustas- las colectividades se integran bien o mal en los pueblos; los pueblos se integran bien o mal en las culturas y las culturas en las civilizaciones que hacen la humanidad toda. Entonces cada hombre es responsable de si mismo ante su colectividad; cada colectividad es responsable de si misma ante el pueblo que la comprende; cada pueblo ante la cultura a que se integra; cada cultura ante la civilización de la que forma parte; y cada civilización es responsable de si misma ante la humanidad.
Porque, de no ser así, entonces habría hombres que llevan vidas equivocadas, absurdas injustas y falsas e irresponsables de principio a fin; colectividades erradas, pueblos equivocados, culturas descaminadas y civilizaciones perdidas… y hombres, pueblos, culturas, civilizaciones que viven en la lucidez de la verdad y la justicia, son titulares de la libertad y paradigmas de la responsabilidad. Y si tal fuere el caso: ¿Cuál es la libre y responsable parte de la humanidad que alcanza a comprender en la medida adecuada lo justo y lo verdadero, y cuál obscurecida por el error, privada de discernimiento, voluntad y responsabilidad?, ¿Cuál es la civilización que tiene bajo su administración y dominio la verdad y la justicia y cual el error y la injusticia?, ¿Cuál la cultura que mejor expresa y recrea los valores de verdad y de justicia?, ¿Cuál el pueblo que hace la mas libre y responsable práctica de lo justo y verdadero?, ¿Cuál la colectividad que vive cotidianamente la verdad y la justicia?, ¿Cuál recrea al hombre más libre, justo y verdadero y responsable?.
La respuesta unívoca a todas esas preguntas es una sola desde siempre y en todos los lugares: ¡La nuestra, por supuesto, la que nos toca vivir hoy día mismo¡ ¡Todas las otras civilizaciones, culturas, pueblos, colectividades, distintas a la nuestra viven equivocados¡, ¡Las que nos precedieron solo preparaban el camino¡, ¡Todos los hombres y vidas anteriores se consumieron en el error¡, ¡La verdad es lo que hoy proclamamos verdadero¡, ¡Lo justo es lo que creemos justo hoy, acá¡ Y, eso es así y es muy cierto. Muy cierto para todos los hombres de todas las épocas de todas las civilizaciones, culturas, colectividades y para todos y cada uno de los hombres. Y en saber que esto es así, consiste el racionalismo jurídico político. Allí radica la igualdad entre los individuos del género humano, sobre esa igualdad se erige la libertad para actuar, y sobre ambas la responsabilidad de las que nadie puede liberarse. Estas creencias son muy antiguas. Están en las discusiones de Sócrates con los Sofistas de las cuales hace vivo relato Platon en sus diálogos. Pero, no cabe más referencia al tema, porque este no un ensayo de historia antigua o de filosofía, sino un alegato a través del cual sustentamos un punto de vista respecto a una obligación no cumplida.

POSTULADOS RACIONALISTAS.
Guthrie anota que la aparición de la filosofía racional solo fue posible cuando la creencia en que la fuerza de la naturaleza obedece a incomprensibles designios de la divinidad en la que había que tener fe, fue sustituida por “la fe en que el mundo visible esconde un orden inteligible, en que las causas del mundo natural tienen que buscarse dentro de sus propios límites y en que la razón humana autónoma es nuestro único y suficiente instrumento para la investigación”.
El racionalismo se sustenta en algunas pocas creencias de cuya verdad no suele ponerse en duda, creencias que, por otra parte, ordinariamente se admiten como ciertas y están, además, implícitas en los razonamientos teóricos y prácticos, tanto científicos como jurídicos.
Las creencias en que se fundamenta el racionalismo son las siguientes: (i) la creencia en que hay un orden, cósmico, natural, mental, formal, lingüístico, matemático etc; (ii) la creencia en que es posible aprender intelectualmente ese orden, (iii) la creencia en que todo ello puede comunicarse a través del lenguaje, puede compartirse, y por último (iv) la creencia en que todo lo anterior es común a todos los hombres, sin excepción. Estos son los postulados o axiomas del credo racionalista.
Razón.
En armonía con esas creencias o, dicho de otro modo, una consecuencia lógica de esas postulaciones, es decir, un teorema del racionalismo indica que la razón, -de la cual participarían todos los hombres-, es la capacidad intelectual de identificar las distintas clases de orden y, saber, entonces, cómo se ordena el cosmos, cómo se ordena la naturaleza, cómo se ordena la sociedad, etc. La razón, entonces, es la capacidad de describir el orden que se percibe, intuye o entiende. La razón a menudo se equivoca, porque la manera como se ordenan las cosas es distinta o más compleja de lo que se percibe, intuye o entiende. Una parte muy importante del ejercicio racional consiste en mejorar la percepción, hacer más fina la intuición y más amplio el entendimiento.
Verdad.
Cuando la identificación de la manera cómo se ordenan las cosas conduce a una conclusión que se estima correcta, (evidentes para Descartes ), (coincidentes para Wittgenstein ) (correspondientes, Russell ) se dice entonces que la proposición que lo declara, es verdadera, en caso contrario es falsa . Esto concuerda con la definición de verdad de Aristóteles “Decir que lo que es, es o que lo que no es, no es, es verdadero; decir que lo que es, no es o que lo que no es, es, es falso”
Conocimiento.
El conjunto de las proposiciones verdaderas constituyen el conocimiento.
Universalidad.
La universalidad del conocimiento (individual o colectivo) radicaría en que entendiéndose que la capacidad de comprender el orden –cósmico, natural, social, lingüístico, matemático, etc.-, es común a todos los individuos del género humano y común es a todos los hombres el dominio del lenguaje a través del cual se expresan las conclusiones, entonces: el conocimiento (el conjunto de conclusiones verdaderas) está al alcance y disposición de todos los hombres. En el famoso diálogo “Menón”, Sócrates, en su charla con Menón, el joven aristócrata, aducirá: “Estando , pues, toda la naturaleza toda emparentada consigo misma, y habiendo el alma aprendido todo, nada impide que quien recuerde una sola cosa –eso que los hombres llaman aprender-, encuentre él mismo todas las demás, si es valeroso e infatigable. Pues, en efecto, el buscar y el aprender no son otra cosa, en suma, que una reminiscencia” . En esa misma línea de pensamiento, entiende Descartes que: “la facultad de juzgar y distinguir lo verdadero de lo falso, que es propiamente lo que llamamos buen sentido o razón, es naturalmente igual en todos los hombres, y por lo tanto, la diversidad de opiniones no proviene de que unos sean mas razonables que otros, sino tan solo que dirigimos nuestros pensamientos por derroteros diferentes y no consideramos las mismas cosas”

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