Historia; conjetura e imaginación.

                                              César Edmundo Manrique Zegarra

 Lo interesante de la Historia es que su propósito es la reconstrucción del pasado. Lo fascinante de la Historia es que no hay pasado. No hay nada a lo que podamos llamar "pasado". Lo sorprendente es que la Historia logra crearlo. Lo gracioso es que hay una Filosofía de la Historia; la de Hegel.

La Historia otorga vitalidad al pasado, que es solamente criatura suya, criatura que alimenta con maternal ternura y de la cual se alimenta con fruición. El pasado es tan grande o tan pequeño, tan claro o tan oscuro, tan grandioso o tan insignificante como la historia lo conjetura e imagina y esa misma es su medida. No hay pasado sin historia, porque sin historia el pasado es nulo, inexistente. No hay historia  sin pasado, porque sin pasado la historia es ciega, sorda y muda, carente de contenido. 

La fortaleza de la Historia y la de su vástago, el pasado, radica en que la incontrastable consistencia de lo recordado, conjeturado o imaginado, -necesariamente irrefutables-, contrasta con la inasible percepción de lo presente que se disuelve necesariamente en el instante.  

Lo que hechiza de la historia está en que conforta. Otorga firmeza a lo deleznable, orden en lo caótico, sentido a lo que está en el devenir, continuidad en la disrupción. Para hacer todo esto la Historia conjuga memoria e imaginación; experiencia  y conjetura.  

No hay pasado en el sentido de que "lo pasado" no está en ningún lugar, distinto a "lo presente"... todo lo ocurrido allá, en el lugar que recordamos o conjeturamos, está aquí y ahora, sin que nada falte y nada sobre. También está aquí lo que ocurrirá más allá, luego. 

Los niños (que alguna vez fuimos) no están allá (en el pasado) sino acá, con algunos cambios, transformaciones, aumentos o disminuciones acumulados, pero aquí y ahora. El polvo que seremos de aquí a un suspiro también está aquí. 

Pasado y Futuro, carecen de actualidad, (son formas escondidas de lo que está acá) se encuentran más allá de lo empírico, pertenecen a la memoria y a la imaginación, y de ellas -no del pasado- se alimenta el intelecto y la voluntad. La Historia pertenece al lenguaje, tanto como el pasado y el futuro que son solamente modos de hablar.   

Algunos pocos hechos -que conserva la memoria individual o colectiva- emergen a la superficie, aparecen iluminados por el sol y por consiguiente tienen presencia, son el presente; otros, en su mayoría, en cambio, están escondidos, soterrados, permanecen a alguna profundidad. 

Para percibirlos es necesario iluminarlos, escudriñar, raspar la superficie, escarbar, utilizar bombillas eléctricas, repetir palabras, escudriñar letras (si están escondidos en libros), lupas si son cosas. Luego imaginar su utilidad, uso, conjeturar los actos y los hechos para...escribir la historia. 

Es sencillo. Hay recuerdos que guardamos en la memoria que nos permiten reconstruir la experiencia vivida y hay memoria y recuerdos colectivos que son la sumatoria de lo que se guarda en las memorias individuales. 

El tiempo -recordemos- solamente es la medida del movimiento que nunca cesa y es siempre actual, instantáneo. Vamos...adelante 


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