Los hombre vivimos en comunidad: la unidad determinada por el uso común o compartido de ciertos bienes; la comunidad más grande es la de todos los hombres, porque compartimos el más grande bien común que es la tierra; la más pequeña es la de la canasta compartida, el hogar; una comunidad intermedia pero importante es la urbana constituida al menos por los usuarios de las vías públicas. Solo se puede vivir en comunidad si ajustamos nuestras conductas a las reglas correlativas al uso común del bien de que se trate. Esas reglas a todos obligan y fuera de ellas no hay comunidad universal, urbana o familiar.
Los hombres formamos colectividades y en tal caso nos vinculamos para realizar actividades en conjunto motivados por el interés, la necesidad o la conveniencia y nos integramos a colectividades para alcanzar objetivos o fines cuya consecución solo puede lograrse con la colaboración de otros; las reglas son aquellas que se estiman adecuadas para realizar las actividades que faciliten la consecución de los objetivos o fines que a cada uno y a todos interesa. Las colectividades son entonces gremiales, académicas, empresariales o recreativas.
Los hombres a veces nos agrupamos para ocultar el vacío, mitigar el miedo, la soledad o el insoportable espejo; adherimos a alguna causa, credo, ideología; somos inmediatamente hinchas, feligreses, partidarios, patriotas, civilizados, distintos en fin a los que no forman parte de nuestro grupo. . . abriga entonces la sensación de poder, domina la fuerza, embriaga la pasión, furia, alegría gratuita;
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