La obra es resultado de la acción, la acción consecuencia de una determinación de voluntad que, si es racional, está precedida de un ejercicio reflexivo que solo es posible a partir de algún conjunto de creencias (para utilizar el término más lato que imagino) fundamentadas en el conocimiento que, esteremos de acuerdo espero, no puede ser otro que "el conocimiento de si mismo" conforme a pragmática délfica. Sobre el conocimiento de si mismo será posible identificar los fines de la acción y como toda acción es política, entonces será posible fijar los de la acción política propiamente dicha, es decir, de la acción que interesa al interés colectivo o al bien común.
En nuestro caso ciertamente nada de eso es posible porque la máxima délfica origen de todo ejercicio racional "conócete a ti mismo" es totalmente ajena al ejercicio de nuestros intelectuales y en particular de aquel en que se agota la academia universitaria vanamente empeñada en el aprendizaje y difusión del "conocimiento de si mismos" alcanzado por los europeos en base a la observación de su entorno natural y humano, y a la reflexión sobre si mismos.
¿Con qué autoridad los intelectuales peruanos -titulares de la academia, la opinión, la critica, el buen gusto- podrían reclamar por la carencia de fines a sus inaplicados pupilos, los políticos, cuando ellos mismos no conocen otros que la copia, repetición o replica cuya única virtud consiste en que abona en pro del perfeccionamiento de la memoria (de lo ajeno)?
Y, esto no significa que examinar, tomar, nota, conocer y reflexionar sobre el conocimiento alcanzado por otros, sea innecesario, nada de eso, es simplemente que es bobo consumir la propia vida en el ejercicio de comprender la ajena y encontrar ínfima la propia porque es distinta a lo que de aquella alcanzamos a entender.
31-10-2014
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