Cuñas

Comunidad Colectividad Horda



Obra de arte, arttesanía.

Toda obra humana es bella, al menos para aquel que la elabora y para quienes logran apreciar su alcance, novedad o dificultad vencida en el proceso de transformar la basta materia en obra creadora que muestra y encierra voluntad, pasión, emoción, inteligencia, bondad; belleza. Toda obra humana es efímera y las diferencias entre una y otra del mismo género, mínimas, porque provienen todas de la sola criatura ínfima, afanosa, sedienta de eternidad, soberbia, orgullosa, vana, débil y deleznable. Y por eso tal vez sea justo decir -porque forman parte del lenguaje- que entre la obra del arte y la de la artesanía hay la misma diferencia que entre un idioma y un dialecto, y esa diferencia radica en que (como lo recuerda Chomsky) un idioma goza del respaldo de una armada y seguramente del mismo respaldo goza la obra de arte. 

CONVENCIMIENTO

Cada día me convenzo más de que la hay una relación directamente proporcional entre el aumento de la acumulación de dinero o poder, y el del aumento de la estolidez en los hombres que angustiados por el temor de perder lo acumulado, sedientos de servicio u obediencia, no perciben que a los efímeros sólo nos está dado un tiempo, no distinto al de los otros, y que entre lo concedido no hay nada superior a contemplar el despertar de la naturaleza con el alba cando se hace la luz, o el ocaso cuando todo se apaga, escuchar el sonido de las olas del mar, callar ante la inmensidad de la noche estrellada tan llena de mensajes y consolaciones; no hay nada superior a compartir los secretos de toda esa magnificencia con nuestros congéneres, próximos, remotos, distintos, distantes, inescrutables, efímeros en la misma consumación que es ciertamente el único camino que nos está señalado… la ruta que conduce a esos bienes que son los más altos  no pasa por la ansiosa acumulación de dinero o poder, que cuando no son un medio de cambio, solo sirven de alimento a la vanidad y a la soberbia embriagadas de engañosa eternidad, o para privar, excluir, esclavizar y someter a los demás.


La política sin fines

La obra es resultado de la acción, la acción consecuencia de una determinación de voluntad que, si es racional, está precedida de un ejercicio reflexivo que solo es posible a partir de algún conjunto de creencias (para utilizar el término más lato que imagino) fundamentadas en el conocimiento que, esteremos de acuerdo espero, no puede ser otro que "el conocimiento de si mismo" conforme a pragmática délfica. Sobre el conocimiento de si mismo será posible identificar los fines de la acción y como toda acción es política, entonces será posible fijar los de la acción política propiamente dicha, es decir, de la acción que interesa al interés colectivo o al bien común.
En nuestro caso ciertamente nada de eso es posible porque la máxima délfica origen de todo ejercicio racional "conócete a ti mismo" es totalmente ajena al ejercicio de nuestros intelectuales y en particular de aquel en que se agota la academia universitaria vanamente empeñada en el aprendizaje y difusión del "conocimiento de si mismos" alcanzado por los europeos en base a la observación de su entorno natural y humano, y a la reflexión sobre si mismos.



¿Con qué autoridad los intelectuales peruanos -titulares de la academia, la opinión, la critica, el buen gusto- podrían reclamar por la carencia de fines a sus inaplicados pupilos, los políticos, cuando ellos mismos no conocen otros que la copia, repetición o replica cuya única virtud consiste en que abona en pro del perfeccionamiento de la memoria (de lo ajeno)?
Y, esto no significa que examinar, tomar, nota, conocer y reflexionar sobre el conocimiento alcanzado por otros, sea innecesario, nada de eso, es simplemente que es bobo consumir la propia vida en el ejercicio de comprender la ajena y encontrar ínfima la propia porque es distinta a lo que de aquella alcanzamos a entender.  

LOS TÉRMINOS

El significado de términos como realidad, verdad, justicia, causalidad, razón o  igualdad, libertad, acción, atributo, responsabilidad, es tan variado y “se prestan a tantas posibilidades que hay pocas interpretaciones que no les convenga” (I, Berlin, Libertad y necesidad en la historia. 1974, 136) probablemente no hay hombre que de ellos no tenga un concepto, al menos eso pensaba Descartes del concepto de razón, cuya posesión reivindican para si todos los hombres y todos aseguran tenerla en si mismos íntegramente, como lo dice en el “Discurso”. Además no podemos prescindir de los conceptos que esos términos mencionan. Porque… ¿Cómo podría hombre alguno desprenderse, por ejemplo,  del criterio de verdad al contrastar el suceder de las ocurrencias naturales o del criterio de justicia al juzgar los hechos y actos humanos?, ¿Podría el discurso tener un referente distinto a la realidad?, ¿aunque ella sea la platónica?, y por eso, porque son comprendidos por todos los hombres de diverso modo, como no puede de otra manera, solamente se puede hablar de ellos y utilizar comprensiblemente los términos asignándoles el lugar que les corresponde como elementos de una estructura teórica, formando parte de un discurso u ocupando el lugar de una variable en alguna fórmula. Pues, como dice Nietzsche,  “Las palabras son solo símbolo de las relaciones recíprocas entre las cosas…”(F. Nietzsche, La filosofía en la epoca trágica de los griegos. 1999, pag 89) no las cosas mismas o sus relaciones, y como tales han de utilizarse.