Razon y refutación

César Edmundo Manrique Zegarra

Preguntas y respuestas.
Los temas en torno a los cuales gira la reflexión filosófica no son muchos. Se trata de responder racionalmente a unas pocas interrogantes formuladas reiteradamente desde los inicios de la filosofía: ¿Cómo es el mundo?, ¿Qué el hombre?, ¿Cuál su destino?, ¿Cuál el orden que los rije?, ¿Qué es la razón, el conocimiento, la verdad, la justicia, el bien?... ¿Qué hacer?. La singularidad de la cuestión filosófica sin embargo no radica en la magnitud del cuestionario, que en última instancia contiene aquellas preguntas que todo hombre se formula en algún momento de su vida, sino en la condición a que deben sujetarse las respuestas que se den a esas interrogantes. Las respuestas filosóficas han de ser racionales. Esa es una condición insalvable. Asegurar que las absoluciones filosóficas deben ser racionales quiere decir que deben ser inteligibles esto es comprensibles. Las respuestas filosóficas además de inteligibles deben ser opinables, porque sino lo fueran serían definitivas escaparían del interés filosófico y formarían parte de algún cuerpo doctrinario o científico. Si las respuestas filosóficas son opinables significa entonces que son debatibles y refutables.

Diálogo y refutación
La filosofía se manfiesta primordialmente a través de un diálogo racional -ordenado, inteligible y opinable- cuya virtud está en que propicia la refutación, refutación que, como lo afirmaba Sócrates, purifica del error que esclaviza, constriñe y somete. La filosofía se desenvuelve en un diálogo que es además inagotable y continúa en cada generación aboliendo el tiempo; los lugares y distancias. En las posibilidades que abre esa ubicuidad y continuidad radica la riqueza del diálogo filosófico. Es correcto entonces decir que no hay preguntas filosóficas sino solamente interrogantes cuya absolución admite una respuesta filosófica. Las respuestas filosóficas ensayadas con el propósito de absolver las preguntas fundamentales son tantas como sus múltiples reformulaciones y ninguna de ellas es definitiva ni totalmente satisfactoria. Si alguna respuesta fuere definitiva o totalmente satisfactoria entonces tal respuesta pasaría a formar parte del dogma o de la ciencia y la pregunta así absuelta dejaría de tener interés filosófico, al menos para quien encontró la respuesta. Si las respuestas no fueren racionales, inteligibles o debatibles, entonces no serían dialogables y carecerían en consecuencia de relevancia filosófica, aunque puedan tener otras virtudes o utilidades. Por todo eso y porque cambian los interlocutores y cambian las circunstancias, persistirán las interrogantes y explicaciones filosóficas.

Razón y orden.
Cuando se asegura que las respuestas filosóficas a las preguntas fundamentales deben ser racionales lo que en sustancia se afirma es que las absoluciones deben estar claramente expuestas. Debe estar al alcance de quien les presta atención la posibilidad de identificar el orden dentro del cual se inscriben y en eso consistiría su intelegibilidad. Las respuestas son inteligibles en cuanto se ajustan a un orden lingüístico, formal, lógico; o a un orden teórico, conceptual, mental ideológico; o a un orden natural, objetivo, material. Si las respuestas se ajustan a cualquier clase de orden son inteligibles. El término o vocablo razón es equivalente al término o vocablo orden. El término racional es equivalente al termino ordenado. Y el término razonable es equivalente al término a ordenable. Orden, ordenado, ordenable son términos equivalentes a razón, racional, razonable. Pueden usarse indistintamente uno u otro y ordinariamente sustituirse o intercambiarse en el discurso sin que la sustitución altere los contenidos. La diversidad que admite el uso de vocablo razón obedece al hecho de que hay muchas clases de relaciones de orden, a partir de allí, muchos tipos de orden y en consecuencia muchas clases y tipos de razón, cada uno de los cuales requiere particular explicación. Si hay una razón matemática, entonces hay un orden matemático. Si hay una razón natural, entonces hay un orden natural. Si hay una razón lógica entonces hay un orden lógico. Si hay un orden en las relaciones humanas, entonces hay un orden humano. Lo que ocurre es que cuando se utiliza la palabra razón en vez de la palabra orden, quienes lo hacen afirman que el orden que ellos perciben, entienden, comprenden, esperan o quieren es el único orden admisible, plausible, posible, el único orden "racional", siendo por consiguiente "irracional" o incomprensible cualquier otra relación de orden distinta a la afirmada por ellos mismos.
Los números racionales son aquellos que pueden ordenarse en tanto que los irracionales son aquellos cuya ordenación no es posible, forman un conjunto desordenado. Entre los números racionales están los números naturales, enteros, positivos y negativos, así como los número fraccionarios; entre los números irracionales están los números decimales que no pueden reducirse a números fraccionarios.
Si hay una razón universal entonces se afirma que hay un orden universal. Heráclito pensaba que hay una razón que rige los proceso de cambio a que se encuentran sometidas las cosas que percibimos y con ello quería asegurar solamente que hay un orden en la ocurrencia de los sucesos del universo, no que hay un orden en la disposición de las cosas en el universo. Tocqueville anotaba: "No es necesario que Dios nos hable para que descubramos los signos ciertos de su voluntad. Basta examinar cual es la marcha habitual de la naturaleza y la tendencia continua de los acontecimientos. Yo se, sin que el creador eleve su voz, que los astros siguen en el espacio las curvas que su dedo ha trazado"




No hay comentarios:

Bienvenido

Este blog esta dedicado a promover la Investigación Científica y Jurídica. Nuestro propósito es adquirir conocimientos de manera metódica y ordenada en un proceso permanente y sostenido.
Alentar la creación de conocimiento científico y jurídico util, que permita construir una imagen objetiva de la realidad que nos circunda y disfrutar de los bienes sociales y naturales en clima de armonía concordia y paz.
Debemos saber cómo es el lugar en que vivimos cuáles bienes atesora, qué frutos nos brinda, que peligros y qué se requiere de nosotros frente a todo ello.
Debemos saber detalladamente como es la sociedad que nos acoge en su seno, qué virtudes recrea, que defectos alimenta, cuales son las posibilidades que nos brinda y cuáles las limitaciones.